martes, 31 de enero de 2012

El futbol mexicano también tiene su chiste

Para continuar de algún modo con lo que escribí en mi anterior post, el hecho de que, desde hace algún tiempo, en México podamos ver el futbol de diversas partes del mundo parecería ser contraproducente para el balompié nacional. Al menos en primera instancia, resulta casi imposible refutar esto. Uno ve los partidos de ligas como la inglesa, la española, la italiana, la alemana, la francesa, la argentina, la holandesa, la brasileña, la portuguesa y hasta la uruguaya y con la mayor parte de ellas no hay punto de comparación, en especial con las cuatro primeras. El ritmo vertiginoso con que se juegan la Premier League o la Bundesliga o el arte que podemos ver en los torneos de España o Italia hacen que nuestro futbolito se vea de pronto tan lento y aburrido que recuerde aquella escena de Los Simpson en la que Homero contempla hastiado en la televisión un soporífero partido de soccer.
  Sin embargo, las cosas no son así de trágicas. Cierto que nuestro fut no posee la riqueza técnica, atlética y monetaria de algunas ligas europeas, pero tiene algunas características propias que lo hacen interesante y disfrutable. Hay una especie de folclor implícito que nos hace mirar con gusto hasta un partido entre Pachuca y Querétaro. Es un futbol tercermundista, sí, pero con una larga tradición y hecho exactamente con nuestra idiosincracia (no podría ser de otra manera). Claro que está lleno de defectos organizativos y que el manejo de la Federación Mexicana es terrible. Cierto que la injerencia de las grandes televisoras le resta competitividad en aras de mantener el negocio que representan los patrocinios. Es un balompié lleno de contradicciones, problemas y limitantes, pero tiene su lado colorido y divertido.
  Por supuesto que difícilmente veremos aquí un partido como el reciente Barcelona-Real Madrid o incluso el Arsenal-Aston Villa del domingo pasado. Pero siempre nos mantendrá entretenidos, precisamente por sus detalles a veces chuscos (como el gol con la mano de Emanuel Villa, el reciente sábado, con el que Cruz Azul le empató al Atlante en Cancún).
 No hay cómo aspirar siquiera a llegar a un nivel de calidad como el que se tiene en otros países, pero tampoco tenemos el peor futbol del planeta. Nuestra liga podría mejorar mucho, eso sí, pero el hecho es que cada fin de semana nos sigue llamando a verla y comentarla. ¿Qué le vamos a hacer? Como diría Cristina Pacheco: aquí nos tocó vivir.

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