jueves, 3 de diciembre de 2009

El jugador como héroe mítico


Millones de seres humanos hemos tenido el mismo sueño. Antes de querer ser médicos, ingenieros, cantantes, actores o narcotraficantes, el ideal es ser futbolista profesional. ¿Por qué? ¿Qué tiene de fascinante pertenecer a un equipo, entrenar cinco días a la semana, enfundarse un colorido uniforme, jugar un partido cada sábado o domingo, escuchar a una multitud que lo vitorea o lo abuchea –eso depende- a uno? Pues exactamente todo ello. Lo fascinante de ser jugador de futbol es la enorme parafernalia que lo rodea, ese entorno que mucho tiene de sacro y guerrero; pero sobre todo, lo que lo hace más seductor es la práctica misma del juego.
Esta fascinación se da también en otros deportes, claro está. En los Estados Unidos, por ejemplo, se produce lo mismo en el beisbol que en el basquetbol y el futbol americano, las tres actividades deportivas reinas en ese país. Desde pequeños, los norteamericanos son adoctrinados en ellas y empiezan a practicarlas en la escuela elemental para llevarlas al máximo –a nivel amateur- en las famosas ligas colegiales o universitarias. En su novela El lamento de Portnoy, el escritor norteamericano Philip Roth narra lo siguiente: “… recuerdo un domingo por la mañana, lanzándole a mi padre la pelota de beisbol y esperando luego en vano verla pasar volando a gran altura por encima de mi cabeza. Tengo ocho años y como regalo de cumpleaños, he recibido mi primer manopla, una pelota y un bat reglamentario para manejar debidamente el cual carezco aún de la fuerza necesaria”.
Los estadounidenses aman al beisbol como ningún otro pueblo en el mundo –no en vano llaman a su final profesional, con mal disimulada arrogancia, Serie Mundial- e igualmente aman al baloncesto y al futbol americano. Por eso los trasladan a la literatura y al cine, en narraciones que mucho tienen de épico, moralista y edificante. En cambio, desprecian al soccer (así lo llaman, sin el sustantivo anterior football, y lo pronuncian como a la despectiva palabra sucker), lo consideran ajeno, exótico e incomprensible y aun cuando de algunos años a la fecha se practica cada vez más en las escuelas primarias, aun cuando son dueños ya de una respetable liga profesional y su selección varonil ha avanzado a pasos agigantados y su selección femenil es la mejor del planeta, a pesar de eso sigue siendo un deporte minoritario al que se mira con desdén (hay un célebre capítulo de Los Simpson en el cual se presenta al soccer como la cosa más aburrida y sin sentido que pueda existir).

Héroes de humilde linaje
Pero retornemos al tema central de este escrito: el jugador. Cuanta la tradición que los jugadores de balompié provienen en su gran mayoría de los barrios bajos de las ciudades. Esto es especialmente notorio en los países tercermundistas y en los de Hispanoamérica cobra tintes de leyenda. Naciones como Argentina y Brasil tienen como héroes populares a futbolistas surgidos de paupérrimas barriadas, donde estos personajes padecieron de niños toda clase de privaciones y a duras penas lograron ir a la escuela. Desnutridos, pobres, ignorantes, sobrevivientes de un medio hostil y violento, cruel y desesperanzador, estos chicos tuvieron en el futbol la única vía de escape para no caer, como otros de sus congéneres, en la delincuencia, la drogadicción o la muerte. Gracias a ese deporte, practicado en la calle, con los pies descalzos y a veces con latas vacías o trapos amarrados en lugar de pelotas, estos jovencitos consiguieron hacer realidad sus fantasías y llegar, tras gigantescos sacrificios, a ser profesionales, a formar parte del equipo de sus sueños y a jugar en los grandes estadios de sus países y del mundo entero.
Edson Arantes Do Nascimento, Pelé, y Diego Armando Maradona son los dos ejemplos más conocidos de estos miserables muchachitos iberoamericanos transformados en superhéroes del futbol. Sus historias individuales son ampliamente conocidas, aunque sus destinos finales hayan sido tan distintos. Ambos surgieron de barrios marginales, ambos destacaron como jugadores desde muy jóvenes, ambos triunfaron en sus equipos, ambos llegaron a sus selecciones nacionales y jugaron (y ganaron) campeonatos mundiales y ambos triunfaron hasta obtener ganancias millonarias y convertirse en semidioses adorados en el orbe todo. La diferencia consistió en que mientras Pelé (O Rey) supo administrarse y convertirse en un exitoso hombre de negocios y experto en relaciones públicas, Maradona cayó en el vicio, se volvió adicto a las drogas, engordó, estuvo refugiado en Cuba -donde cantaba alabanzas a Fidel Castro- y hoy es un mal entrenador de la selección de su país, a duras penas clasificada al Mundial de Sudáfrica, donde bajo la dirección del ex pibe le esperan tardes aciagas. Día y noche. Cielo e infierno. Luz y oscuridad. Blanco y negro (aunque en este caso el blanco sea el negro y viceversa). Para la opinión pública establecida, Pelé es el tipo ejemplar a quien todos deberíamos seguir y Maradona su contraparte, el muchacho malcriado y disipado que, víctima de sus contradicciones, lo echó todo por la borda.
Lo anterior no significa por supuesto que todos los jugadores brasileños sean como Pelé y todos los argentinos terminen como Maradona. De hecho, hay casos como el de Garrincha, el fenomenal extremo derecho del equipo Botafogo y de la selección de Brasil, quien fuera liquidado por el alcoholismo, en tanto que Jorge Valdano, estupendo delantero de la selección de Argentina y del Real Madrid de España, llego a ser presidente de este, el club más importante del mundo, además de buen escritor y dueño de un pensamiento claro y una cultura envidiable. Digamos que en medio de los arquetipos Pelé y Maradona, existe una infinita variedad de futbolistas cuyos rasgos resultaría muy engorroso y complicado clasificar y definir.



La élite de los ídolos
A lo largo de la historia, ha habido decenas, quizá cientos de miles de jugadores profesionales en los cinco continentes. De ellos, sin embargo, un porcentaje mayoritario ha quedado en el más completo olvido. Fueron futbolistas del montón, con cualidades suficientes para alcanzar un determinado estatus, pero sin la brillantez suficiente para ingresar a la élite de los grandes, los inolvidables, los fenómenos, los ídolos. Miles y miles de nombres, apellidos y apodos dejaron de ser recordados y se perdieron en el anónimato del cual salieron. No obstante, hubo unos cuantos que trascendieron a su época y forman parte del panteón mitológico del futbol mundial. Serán mil, tal vez quinientos o quizá menos de eso. Son los Cruyff, los Di Stefano, los Puskas, los Charlton, los Rivera, los Beckenbauer, los Fontaine, los Yashin, los Casarín -y claro, los Pelé y los Maradona. Son esos nombres de leyenda que despiertan emociones y recuerdos casi oníricos. Son los individuos que llevaron al futbol a la altura del arte. Los Da Vinci y los Picasso, los Bach y los Mozart, los Shakespeare y los Cervantes de un deporte que parece tan simple y que es capaz de sublimar al máximo al espíritu humano.

La masa de los anónimos
Pero dejémonos de idealizaciones y vayamos al futbolista común, al jugador profesional promedio, quien en su momento también es capaz de despertar, aun cuando sea a pequeña escala, las mismas emociones que sus grandes antecesores. ¿Qué se necesita para ser un buen balompedista? En primer lugar, una habilidad innata. Quienes practicamos el futbol de niños o adolescentes sabemos que en los equipos llaneros había compañeros de muy distintas capacidades. Si se me permite ejemplificar con mi caso personal –y como no puedo aguardar a que se me permita, tendré que hacerlo-, citaré aquí al conjunto del cual formé parte y fui incluso capitán cuando jugué al fut a principios de los setenta. El equipo se llamaba Don Bosco y elegimos ese nombre por una razón tan sencilla como estúpida (si bien en esos momentos nos pareció inteligentísima): una de las canchas donde se desarrollaba el campeonato se llamaba Deportivo Don Bosco y de ese modo pretendíamos afectar a los rivales con el efecto psicológico (sic) de aparecer nosotros como locales y ellos como visitantes. Sobra decir que tal efecto jamás surtió el efecto buscado, pues durante los dos o tres años que duró el equipo, siempre estuvimos en los últimos lugares, si no es que en el último, de los torneos en que participamos. El uniforme del Don Bosco era idéntico al de la selección alemana, es decir, camiseta blanca con vivos negros, calzoncillos negros y medias blancas. Muy bonito en verdad. De hecho, aún conservó mi camiseta -ya toda amarillenta- con el número 11 de extremo izquierdo, posición de juego que si bien coincidía en el nombre con mi posición política de aquel entonces –a mediados de la misma década ingresaría al Partido Mexicano de los Trabajadores-, nada tenía que ver con la militancia y sí mucho con la presunta consecución de goles. No voy a hablar de mí como jugador, pues aunque tenía buen toque de balón, era pésimo para driblar y muy miedoso para cabecear aquellos balones duros como piedras con los cuales jugábamos. Sin embargo, era el capitán del Don Bosco. ¿Por mi fuerte personalidad? ¿Por mi capacidad de líder? ¿Por mis talentos futboleros? No. Tan sólo porque le caía bien al patrocinador de la escuadra, el arquitecto Max Olivares, y él lo decidió así. A decir verdad, tengo la sospecha de que no era muy buen capitán, ya que padecía el síndrome de Charlie Brown, el personaje de Peanuts, la tira cómica del genial Charles M. Shulz. No me refiero a su enamoramiento perenne por la niña pelirroja (yo también, ¡ay!, suelo enamorarme de mujeres imposibles), sino a que su equipo (en su caso de beisbol) siempre perdía y la única ocasión en que él no pudo jugar, por encontrarse enfermo, por fin ganó. Eso me sucedió exactamente, un día que caí víctima de una fuerte fiebre, y se siente muy feo.

Pero ya me desvié del tema y de lo que quería hablar era del futbolista llanero. En aquel Don Bosco había jugadores malísimos (la mayoría lo éramos), pero existían dos o tres verdaderamente buenos, con un talento que pudo llevarlos a ser profesionales. Recuerdo muy especialmente a un compañero a quien apodábamos Teto, brillante mediocampista que lanzaba pases kilométricos con precisión milimétrica, ejecutaba tiros de castigo con mágica puntería y anotaba goles de todos colores y sabores. Pero no se cuidaba, bebía mucho -gran problema de los jugadores llaneros, cultivadores de la adoración a las caguamas (y usted, lector, sabe que no me refiero a las tortugas marinas)- y jamás se convirtió en el futbolista de primera división que hubiera podido ser. Dejé de verlo muchos años y luego supe que había muerto, atropellado por un microbús en la lateral del Periférico, mientras ayudaba a empujar un carro descompuesto.
¿Cuántos futbolistas llaneros hay en el mundo? Millones, de todas las edades, desde niños de cuatro años hasta adultos cincuentones que a duras penas logran correr diez metros sin sofocarse, mientras sus prominentes barrigas se bambolean con un burdo movimiento gelatinoso. Muchos de ellos se organizan en ligas de aficionados y otros juegan en parques o en las calles (¿quién no disfrutó alguna vez de unas “coladeritas” o de un “el que mete su gol, para”). Estoy cierto de que en la mente de cada uno de ellos (y de ellas también, ya que cada vez hay más mujeres que practican este deporte), en el fondo de su corazón, abriga o abrigó alguna vez la ilusión de convertirse en profesional y jugar en un estadio. Sin embargo, como es imposible que todos lleguen a cristalizar ese sueño, la mayoría lo sublima identificándose con alguna estrella del fut (o del pambol, como lo llaman algunos que lo desprecian).

Dime a qué jugador admiras y te diré quién eres
Hoy día, los niños y los jóvenes quieren ser como Messi, como Cristiano Ronaldo o como Beckham. Hace pocos años, en México todos querían ser como Hugo Sánchez. A los de mi generación nos tocó identificarnos con Enrique Borja.
Enrique Borja, el Cyrano, nació en la colonia San Rafael del Distrito Federal en 1946. Pese a su físico desgarbado y en apariencia enclenque, pronto destacó como futbolista y llegó al equipo Universidad en 1964, tan sólo dos años después de que los Pumas ascendieran a la primera división del futbol mexicano. Su debut se dio un tanto inesperadamente, cuando su entrenador y descubridor, el argentino Renato Cesarini, lo llamó para alinear en un partido contra el Zacatepec, luego de que el delantero titular Alberto Etcheverri se lesionara. El joven de diecinueve años no anotó en ese juego, pero destacó tanto que de inmediato llamó la atención de propios y extraños. No tardó en convertirse en titular y figura goleadora de la escuadra del Pedregal, al lado de jugadores como Elías Muñoz, Aarón Padilla y José Luis González, entre otros. Durante las cinco temporadas que permaneció en el UNAM, se convirtió en el ídolo de todos los que seguíamos al equipo de la playera dorada con delgadas líneas azules (o azul con delgadas líneas doradas, se usaban ambas indistintamente). Verlo jugar era un espectáculo. Sus remates inverosímiles le permitían meter goles inauditos, irreales. Carecía de técnica individual y casi se diría que era torpe. A veces, cuando corría, su velocidad era tal que parecía que en cualquier momento sus piernas se enredarían y caería al suelo con estrépito. Nada de eso. Con gran frecuencia esa velocidad le permitía llegar al balón antes que los defensas rivales y golpear el esférico de manera letal con la frente, la nuca, la rodilla, el muslo, el pie o lo que fuera. Por eso logró un promedio de quince goles por campeonato y por eso fue llamado por Ignacio Trelles a la selección nacional que asistió al campeonato mundial de 1966 en Inglaterra.

Recuerdo como si fuera ayer la transmisión televisiva, en glorioso blanco y negro, del partido entre México y Francia. A mis once años de edad pude ver aquel bizarrísimo gol de Borja, quien luego de recibir en el área chica un centro del Gansito Padilla, abanicó entre varios defensas galos para girar trescientos sesenta grados sobre su eje y volver a conectar la bola que se metió angustiosamente en la meta de los franceses. La maravillosa narración de Fernando Marcos hizo aún más emotivo y emocionante aquel momento inolvidable: “¡Borja, no falles! ¡No falles! ¡Gol de México! ¡Ahora es cuando, muchachos! ¡Adelante que hay calidad! ¡Adelante que hay gracia!”. Aunque cuando empató Francia, el propio don Fernando se lamentara con su dramático lenguaje cercano a la poesía: “¡Una falla, un error! ¡Ese maldito error que siempre nos acompaña y la fortuna que nos voltea la espalda!”.
Con la selección mexicana, Enrique Borja anotó cincuenta y dos dianas (aunque intereses comerciales le impedirían ser el centro delantero titular en el Mundial de México en 1970). Hubo un gol en especial, de palomita, en un amistoso contra Italia, que fue una obra de arte.

En 1969, el propio Borja y los aficionados pumas sufrimos un golpe artero cuando el América compró al centro delantero sin el consentimiento de éste. De nada le valió protestar (“No soy un costal de papas”, declaró públicamente). Los reglamentos de aquel entonces desprotegían al jugador (bueno, en México sigue siendo así) y lo condenaban a un regimen de esclavitud peor que el actual y Borja fue obligado a dejar a los auriazules y a enfundarse en la casaca crema.
Diez años permanecería el Cyrano con los de Coapa y hay que aceptar que ahí tuvo momentos de gloria. Fue campeón de liga con el equipo en dos ocasiones y consiguió tres campeonatos de goleo consecutivos (en 1970-71, 1971-72 y 1972-73). Con el Monito Rodríguez y Juan Manuel Borbolla como extremos surtidores de centros y sobre todo con el chileno Carlos Reynoso como magistral mediocampista, Borja formó parte de uno de los mejores cuadros de todos los tiempos en el futbol nacional. José Antonio Roca era el técnico americanista que logró instrumentar un estilo ofensivo y espectacular. Borja hizo entonces goles prodigiosos (recuerdo emocionado uno que le metió al Monterrey en el Estadio Azteca, sin ángulo de tiro, de volea, en el exacto nido de las arañas). Para su desgracia, después de un tiempo tuvo conflictos extrafutbolísticos con Reynoso (por unas revistas de historietas –Condorito y Borjita- que ambos sacaron a la venta) y con Roca y ambos, quienes conformaban una especia de mafia interna, le hicieron la vida imposible (prácticamente lo condenaron a la banca), hasta obligarlo a retirarse prematuramente del futbol.
Su último partido se llevó a cabo el domingo 18 de septiembre de 1977. Fue un América-Universidad en el Azteca. Borja nunca había podido anotarle un gol al equipo que lo vio nacer y esa tarde le hizo dos, para una despedida apoteósica ante más de ciento diez mil espectadores. Debo confesar, con cierto sentimiento de culpa, que es la única vez que he disfrutado una derrota de los Pumas.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

La mano de Dieu


Para nadie de quienes me conocen bien es un secreto mi filia por Francia y todo lo francés. París es la única ciudad fuera del Distrito Federal donde me he sentido como si yo no fuese ajeno a ella y la literatura, la historia, el arte, el cine y la música de ese país me resultan tan fascinantes como entrañables. Nada tiene de extraño por tanto que en el partido definitivo de hoy, entre Francia e Irlanda, jugado en el Stade de France, yo fuera un televidente enfundado en los colores galos. Sin embargo, no me gustó en absoluto la forma maradonianamente tramposa como los bleus lograron el empate en tiempo extra y, con ello, la victoria en el marcador global y la calificación al Mundial 2010 de Sudáfrica. Esa mano de Thierry Henry manchará por siempre al equipo de Raymond Domenech y hará que su participación en la Copa del Mundo sea cuando menos ilegítima. eso para no hablar del mal juego que dio el equipo, con lo que se demostró que la era de Domench debe terminar de inmediato, porque su manera de manejar a la escuadra azul nada garantiza para el torneo mundialista. En fin, una pena lo que sucedió en Saint-Denis este día. Una clasificación espuria.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Antonio de Nigris


Qué impactante la noticia sobre la súbita muerte de Antonio de Nigris. Tenía sólo treinta y un años y que haya fallecido de un paro cardiaco resulta terrible, aunque no del todo sorprendente, ya que últimamente han fallecido en el mundo, por la misma causa, otros futbolistas aún más jóvenes. ¿Será producto de los sobrentrenamientos a que son sujetos los jugadores para lograr eso que llaman alto rendimiento? No lo sé. El caso es que De Nigris fue un deportista que tomó muchos riesgos y se convirtió en un trotamundos que lo mismo jugó en México y Colombia que en Turquía y ahora en Grecia, donde lo sorprendió la muerte. Al parecer, ayer empezó a sentirse muy mal, su mujer llamó a emergencias y cuando lo trasladaban a un hospital su corazón dejó de latir. Qué triste, qué lamentable.
El más claro recuerdo que deja en la mayoría de nosotros es el de aquel gran gol que le anotó a la selección de Brasil en el Estadio Jalisco, enfundado en la camiseta del seleccionado mexicano, hace algunos años. Dicen que aún esperaba ser convocado para asistir al Mundial de Sudáfrica. Ojalá llamen a su hermano Aldo, quien ha tenido una gran temporada con el Monterrey y ha hecho goles con una constancia inusitada entre los delanteros nacionales. Sería un buen homenaje para el buen Toño.

domingo, 15 de noviembre de 2009

De regreso (o eso espero)


Sé que he descuidado este blog futbolero durante varios meses (casi seis), mas espero retormarlo y volver a comentar, más en este cierre de año que incluye la liguilla mexicana, juegos de la Champions y hasta el sorteo del Mundial de Sudáfrica 2010. Hoy los Pumas -mis Pumas- volvieron a dar vergüenza en su partido contra los Indios de Ciudad Juárez en Ciudad Universitaria. Fue un torneo para el olvido, después de haber salido campeones hace medio año (¿será por eso que casi no he escrito aquí?). En fin, ahora que escribo esto el América le estñá ganando al Santos de Torreón en el flamante Territorio Santos Modelo (qué nombrecito para un estadio) y todo parece indicar que los alguna vez azulcremas darán mucha lata en las finales, aunque creo que el campeón será el Toluca.

lunes, 1 de junio de 2009

Dos finales (III). El Barça y los Pumas


Ganaron mis dos favoritos. cada uno en su galaxia deportiva, tan alejada la una de la otra pero a la vez tan cercanas. Curiosamente, fue más emotiva la final mexicana que la de la Champions League, a pesar de la marcada diferencia de nivel futbolístico entre ambas. Universidad y Barcelona, Barcelona y Universidad, mis dos equipos favoritos, el uno en el plano nacional y el otro en el internacional. Auriazules y blaugranas me regalaron una semana de ensueño. Los catalanes, al pasar por encima del orgulloso Manchester United y su pedante figura, Cristiano Ronaldo. Los Pumas, al vencer en dos tensos partidos al aguerrido Pachuca y su pretenciosa idea de ostentarse como "el equipo de México". Me siento feliz, por supuesto. No es para menos. Gracias a Messi y a Palencia, a Eto'o y a Jehu Chiapas, a Valdés y a Bernal, a Henry y a Dante López, a Xavi y a Toledo, a Iniesta y a Pablito Barrera y hasta al ausente Rafa Márquez y al siempre presente (jugo completos todos los partidos del torneo) Marco Pikolín Palacios. Gracias también al Pep y al Tuca, a Guardiola y Ferreti, estrategas inteligentes que a pesar de estar en puntos equidistantes (aunque el español pasó por el pambol mexicano como jugador de los Dorados de Culiacán), se encuentran hermanados por la magia del balompié. Sonará a lugar común, pero esta vez -en ambos casos- ganó el futbol.

martes, 26 de mayo de 2009

Dos finales (II). Pachuca Vs. Universidad


Aunque los Indios de Ciudad Juárez y los Camoteros del Puebla les hicieron la vida de cuadritos y por momentos estuvieron a punto de eliminarlos, lo cierto es que los Tuzos del Pachuca y los Pumas de la Universidad Nacional Autónoma de México supieron hacer lo necesario para llegar a la final con todo merecimiento. Ahora les toca enfrentarse para determinar cuál de los dos equipos será el campeón del actual torneo del futbol mexicano. Creo que va a ser una final muy pareja, a pesar de que los hidalguenses lleven una ligera ventaja por su juego de conjunto y la enorme calidad de varios de sus jugadores. Pachuca ha sido el cuadro que mejor futbol ha desplegado a la largo del campeonato y fue el que más puntos obtuvo. Lo justo sería que se coronara. Sin embargo, los Pumas están jugando bien y tienen más corazón que los de la Bella airosa, por lo que pueden ganar sin que ello constituya una sorpresa. No me atrevo a arriesgar un pronóstico, aunque sentimentalmente estoy con el equipo de mis amores, los auriazules de la UNAM.

lunes, 25 de mayo de 2009

Dos finales (I). Manchester United Vs. Barcelona


Son en estos momentos los dos mejores equipos del planeta, los que juegan el futbol más depurado y perfecto. Cada uno cuenta con un jugador a quien la mitad del mundo considera el más grande: Cristiano Ronaldo y Lionel Messi. Los de Gran Bretaña son dirigidos por el entrenador que más años consecutivos (veintitrés) ha dirigido a un equipo en todo el orbe: Alex Fergusson; los de Cataluña son dirigidos por uno de los entrenadores más novatos, apenas en su primer año de labor: Pep Guardiola. Los primeros son efectivos y despiadados, los segundos son espectaculares y contundentes. Ambos cuadros anotan muchos goles y reciben pocos. Los de Manchester son más fríos; los de Barcelona son más ardientes. La humanidad se va a paralizar el miércoles para mirar el partido que disputarán en pos de ganar la Liga de Campeones de Europa. Sucederá en Roma, Italia, la ciudad hacia la cual conducen todos los caminos. Romulo y Remo estarán presentes, lo mismo que Julio César y el emperador Claudio. Machester United contra Barcelona. Voy con los blaugranas.

jueves, 14 de mayo de 2009

El horror del "no descenso"


No me refiero al horror de bajar a la segunda división del futbol mexicano (eufemísticamente llamada Primera A), sino a ese pésimo uso del idioma español que se refleja en la bárbara expresión del no descenso. Constantemente escuchamos a nuestros narradores, comentaristas y escribidores pamboleros referirse a la lucha por el no descenso, para lo cual acuden a ese vicio terrible que es el noísmo -derivado del idioma inglés-, mismo en el que muchos antónimos se resuelven en forma arbitraria al anteponer a los sustantivos la negación no. Así, en lugar de referirse sencillamente a la lucha contra el descenso o, en todo caso, por no descender (descender es un verbo y no un sustantivo), se insiste hasta la náusea en aquello del no descenso. Sé que es pedir peras al olmo que los jilgueros de los medios hablen y/o escriban bien, pero al menos dejo constancia de ese barbarismo.

lunes, 11 de mayo de 2009

Ecos de la décimoséptima jornada


La última jornada tuvo sus buenas dosis de dramatismo y definió las cosas en la parte alta de la tabla (ya están los ocho cuadros calificados para la liguilla) y en la baja también (ya hay equipo descendido a la eufemísticamente llamada Primera A). En cuanto a esto último, el Necaxa se fue al averno de lo que en realidad es la segunda división y lo hizo por méritos propios y sin meter las manos en su juego "definitorio" contra su hermano mayor (es un decir), el América. Fue claro que a los jugadores rojiblancos les tenía sin cuidado ganar o perder, ya que en su mayoría se van a contratar con otras instituciones en el próximo torneo. Una lástima, sobre todo por los aficionados necaxistas (ya escribiré con mayor amplitud del Necaxa en mi blog Pretérito imperfecto). Se salvaron los Tigres del Universitario de Nuevo León, quienes también merecían descender por su pésima actuación en el campeonato.
En cuando a la liguilla por el título, hay que hablar de los grandes ausentes (también es un decir): América, Guadalajara y Cruz Azul. Qué mal jugaron, qué mal fueron entrenados y qué mal fueron administrados por sus pésimos y soberbios directivos. Cierto que son equipos que hacen falta en las finales, mas para como están jugando ni caso tenía que estuvieran. En cambio, Pachuca, Toluca, Pumas e incluso Indios, Tecos y Puebla sí que se ganaron el derecho de ir por el trofeo. De Monterrey y Jaguares no puedo decir lo mismo, pero ahí están y ahora todo puede suceder. Mi favorito sentimental por supuesto que es el Universidad, pero creo que el campeón estará entre Pachuca y Toluca.

El mejor partido: Indios-Guadalajara
El peor partido: América-Necaxa
El mejor gol: El primero de Damián Álvarez del Pachuca
Lo peor de la jornada: La poca vergüenza de los jugadores del Necaxa

miércoles, 6 de mayo de 2009

Milagro culé


Todo parecía perdido. Después de dar el domingo pasado, en el Santiago Bernabeu y ante el Real Madrid, uno de los mejores partidos de su historia, el Barcelona salió al campo de Stamford Bridge, la casa del Chelsea, con ese horrendo uniforme amarillo que parecía presagiar la epidemia de fallas en las cuales incurrió a lo largo de noventa y un minutos con cincuenta y nueve segundos. Sin Rafael Márquez, sin Carles Puyol y, muy especialmente, sin Thierry Henry, los azulgranas fueron maniatados por el sistema ultradefensivo de los blues de Guus Hiddink, quienes además de todo se vieron favorecidos con el gol tempranero de Michael Essien, lo que les facilitó parapetarse en su cancha y cerrar todos los espacios posibles. Una y otra vez, los desorganizados ataques del Barça rebotaban en el muro defensivo de los londinenses. Leo Messi, Samuel Eto’o y sobre todo Dani Alves jugaron basura (¡no hubo tiros al arco!) y se veía venir una poco atractiva final británica de la Champions entre el Manchester United y el Chelsea. Para colmo, el arbitraje del noruego Tom Henning fue peor de los que padecemos cada semana en la liga mexicana (se comió dos penales –uno clarísimo- contra el Barcelona, expulsó injustamente a Eric Abidal luego de un clavadazo de Nicolás Anelka y no marcó varias faltas muy duras de los jugadores ingleses. Para cuando se jugaba el tiempo de reposición, todo parecía sentenciado, hasta que vino una jugada inesperada, de las pocas hilvanadas con el típico juego del actual Barcelona, misma que terminó con un tiro preciso del genial Andrés Iniesta (vaya clase de jugador), quien depositó el balón en las redes cuando se jugaba el minuto noventa y dos de tiempo corrido. El estadio quedó mudo y los catalanes celebraron como nunca. La suerte acompaña a los elegidos y este Barça lo es sin lugar a dudas. Solamente (¿solamente?) le falta el ManU.

lunes, 4 de mayo de 2009

Ecos de la décimosexta jornada


Pocas cosas tan feas como un partido de futbol a puerta cerrada y peor si se trata del campeonato mexicano. Es que si con público tenemos muchos juegos aburridos, lentos y malos, sin gente en las tribunas aquello es como un canto fúnebre y ominoso. Pero ni modo, la presunta epidemia de la influenza (ex)porcina hizo que así se llevaran a cabo los nueve partidos de esta fecha número dieciséis. Lo más notable, por supuesto, es la salvación de los Indios de Ciudad Juárez, quienes no sólo ganaron como visitantes con un gol del apestado Javier Saavedra (cinco finales y todas perdidas), sino que acabaron se sumir al Cruz Azul en el fondo de la tabla general. Fuera de eso, las cosas no cambiaron mucho. Arriba ya hay cuatro equipos con lugar asegurado en la Liguilla (Pachuca, Toluca, Universidad y Monterrey) y todo -incluido el descenso que se definirá entre la Universidad de Nuevo León y el Necaxa) se va a decidir hasta la última jornada que también será a puerta cerrada (¡puf!).

El mejor partido: Morelia-Atlas
El peor partido: Guadalajara-Puebla
El mejor gol: El de Ever Guzmán del Morelia
Lo peor de la jornada: La pasividad de los jugadores de los Tigres

domingo, 3 de mayo de 2009

El maravilloso jogo bonito del Barcelona


Como no tengo Sky, me fue imposible ver el partido de ayer entre el Real Madrid y el Barcelona, así que lo seguí de manera un tanto extraña: por escrito, gracias a la crónica que minuto a minuto iba haciendo en directo el sitio en la red del diario deportivo Marca de España. No deja de tener su emoción, "ver" un partido de ese tan curioso modo. Fue así, pues, como pude irme enterando de cada uno de los ocho goles del encuentro, justo al momento en que iban cayendo.
Muchos daban como seguro ganador al equipo blanco, dado que venía en ascenso en la Liga, que jugaba como local y que los blaugranas tenían baja la moral -se decía- por el empate con el Chelsea a media semana, en la semifinal de la Champions League. Pero los pupilos de Pep Guardiola mostraron de qué están hechos y por qué son el cuadro que mejor futbol juega en el planeta.
Fue una victoria aplastante, maravillosa, que me hizo el día. Ya en la noche, vi los goles en diferentes emisiones televisivas (deberían repetir el juego en forma diferida, por televisión abierta, pero sé que no lo harán. Ni modo).
En fin, no sé cómo le vaya al Barça este miércoles en Londres, pero ojalá supere al Chelsea (el Real Madrid inglés) y llegue a la final contra el Manchester United (aunque yo soy seguidor del Arsenal) para determinar cuál es, hoy por hoy y a final de cuentas, el mejor equipo del mundo.

lunes, 27 de abril de 2009

Ecos de la quinceava jornada


El final del campeonato regular se aproxima y las posiciones de los equipos se definen dentro del mediocrísimo sistema de competencia (¿competencia?) que padecemos. Pachuca y Toluca siguen en la pelea por determinar cuál es el mejor equipo entre ellos dos (porque de los dieciséis restantes difícilmente se hace uno), mientras que América y Cruz Azul se esfuerzan hasta lo imposible por demostrar cuál es el más malo (son aun peores que Tigres y Necaxa). Guadalajara dio la nota, al jugar su partido más feo de los últimos años. Metió su golecito contra Pumas y se encerró al peor estilo del catenaccio italiano. Por fortuna, Universidad no se dio por vencido y terminó por empatar un encuentro que debió haber ganado. En la lucha contra el descenso, de los tres involucrados sólo los Indios de Ciudad Juárez parecen realmente interesados en salvarse, mientras que rumbo a la liguilla hay demasiados cuadros con posibilidades. En fin, una jornada bastante triste y mediocre, con el agravante de dos partidos jugados a puerta cerrada por causa de la presunta epidemia de influenza porcina.

El mejor partido: Ninguno
El peor partido: Atlante Vs. Monterrey
El mejor gol: El de Abraham Carreño del Monterrey

domingo, 26 de abril de 2009

Proustiana


¿Cómo recuperar el tiempo perdido? No he escrito de muchas cosas que han estado pasando en el futbol nacional e internacional. Se me fueron dos jornadas del campeonato mexicano que no comenté y, peor aún, nada dije aquí sobre la destitución de Sven Göran Eriksson como director técnico de la selección y el arribo de Javier Aguirre al mismo puesto. Tampoco he opinado sobre la Champions (la de Europa, no la de Concacaf), las encarnizadas luchas por los primeros lugares en las ligas de Inglaterra, España e Italia o las crisis en el Cruz Azul y el América. En fin, espero ya ponerme las pilas y retomar este Futbol bizantino a partir de mañana.

miércoles, 8 de abril de 2009

El ídolo fracturado


Lo suyo fue como una tragedia shakesperiana o como uno de esos melodramas del cine mexicano de la llamada Época de oro. Así lo vivieron la afición chiva en particular y la afición mexicana en general, en el ya lejano año de 1970.
Unos meses antes, en diciembre de 1969, un certero cabezazo suyo en contra del Atlante le había dado un campeonato más a los rojiblancos del Guadalajara. Todo era fama y fortuna en la vida de aquel joven de veintidós años de nombre Alberto y de apellido Onofre. Cinco años llevaba en las filas del chiverío y su gran calidad como fino mediocampista lo había convertido también en la bujía de la selección nacional que, al mando del entrenador Raúl Cárdenas, se aprestaba a participar en la Copa del Mundo de México. Especialistas deportivos y la afición toda coincidían en que aquel jugador de exquisito toque estaba llamado a ser el crack de nivel internacional que durante años el país había soñado. Fue entonces que el destino le jugó una cruel jugarreta.
Durante el último juego interescuadras del equipo tricolor previo al Mundial México 70, a tres días del partido inaugural contra la Unión Soviética, Alberto Onofre y su compañero en el seleccionado, el defensor cruzazulino Juan Manuel Alejándrez, disputaron un balón dividido. El campo estaba húmedo y se produjo el choque de piernas. Fue una jugada accidental, pero aparatosa y de enorme gravedad: el hombre del medio campo, aquel en quien todos confiaban como el gran guía de la escuadra nacional, sufrió fractura de tibia y peroné.
Ante el pasmo de todos, fue llevado a un hospital para ser operado. Una vez ahí, el medico le pidió que se quitara la playera de la selección y se pusiera una bata, pero Onofre se negó y quiso quedarse con la camiseta verde durante la cirugía.
El mediocampista regresaría a las canchas hasta dos años después, pero ya no fue el mismo. Jugó un par de temporadas más y decidió retirarse cuando apenas tenía veintisiete años.
Nunca sabremos cómo le hubiera ido a México en aquel Mundial de haber contado en su alineación con el espléndido jugador chiva. Es muy posible que el Tri habría tenido un mejor desempeño y alcanzado mayores alturas. Pero eso es pura especulación. El hecho concreto es que Alberto Onofre no logró ver cumplido su sueño, ese mismo que compartió y vio frustrado al lado de millones de compatriotas.

lunes, 6 de abril de 2009

Ecos de la doceava jornada


El campeonato se calienta, al menos un poco. Algo tiene que ver que algunos de los llamados equipos grandes (aunque en los hechos hayan dejado de serlo) den señales de reaccionar. Pumas se mantiene enrachado y después de años logró imponerse al Cruz Azul (que no da pie con bola), América ligó un buen triunfo en Puebla y Guadalajara volvió a ganar, así sea por la mínima. Toluca mantiene su hegemonía y la campeonitis sigue sin afectarle, mientras que Pachuca y Monterrey -por circunstancias distintas- lograron empates muy meritorios. Si en este momento terminara el campeonato, los ocho que irían a la liguilla serían los ocho que están arriba. Mientras tanto, la parte baja de la tabla y sobre todo la lucha contra el descenso se pone al rojo vivo con el triunfo del Necaxa y el empate de los Indios de Ciudad Juárez, quienes de pronto se han convertido en los más abocados para regresar a la Primera A.
El mejor partido: Cruz Azul-Pumas
El mejor gol: El de Eduardo Coudet del Necaxa
El peor encuentro: Tecos-Tigres (qué feo juegan ambos)
Lo peor de la jornada: La dramática caída en picada de los Indios de Ciudad Juárez

sábado, 28 de marzo de 2009

Aceptable


Se hizo lo justo, lo necesario, el trabajo que se debía llevar a cabo. No fue un juego espectacular el de la selección mexicana frente a Costa Rica (representativo que ingenuamente creía poder dar otro Aztecazo). La gente quedó contenta por la victoria y porque el equipo mostró pundonor, unidad y, lo más importante, un poquito más de juego de conjunto y de congruencia futbolística. Guillermo Ochoa prácticamente tuvo un día de campo. La defensiva estuvo a la altura (sobre todo Leobardo López y Fausto Pinto, ambos de la escuela pachuqueña). La media jugo de manera casi impecable (Pável Pardo, estupendo; Andrés Guardado, casi perfecto -y estuvo a punto de hacer un gol de bandera-; Leandro Augusto, bien, con mucha cancha cubierta; Fernando Arce muy fallido en los pases, no salió en su día). La delantera mejoró un poco, pero tanto Matías Vuoso como Omar Bravo fallaron goles cantados. Sven Göran Eriksson tardó mucho en realizar los cambios y creo -aquí viene el entrenador que todos llevamos dentro- que en el segundo tiempo debió meter a Nery Castillo (a pesar de sus ex abruptos contra la prensa) por Vuoso y a Luis Pérez por Arce (urgía un creativo y ya que no estaba Sinha...). Con todo, se pasó la primera prueba y ahora viene la más dura, este miércoles, contra Honduras en San Pedro Sula. es ahí donde se demostrará qué tanto ha mejorado la selección.

jueves, 19 de marzo de 2009

Narradores y comentaristas televisivos 1: TV Azteca


En México, a lo largo de los años, hemos tenido narradores y comentaristas futboleros de toda índole. Desde leyendas como Agustín González Escopeta, Fernando Marcos, Fernando Luengas y Ángel Fernández, hasta nulidades cuyos nombres se han perdido en el pozo del olvido. ¿Cuál es la situación actual de los hombres que en la televisión abierta y restringida disfrutamos o padecemos? Para empezar, vayamos con los comentaristas y narradores de TV Azteca. En esta televisora, aún se siente la escuela que dejó quien parecía inamovible Jefe de Deportes desde principios de los años setenta, cuando la emisora se llamaba Imevisión y pertenecía al gobierno: José Ramón Fernández. De los alumnos directos del gran Joserra, en el área de futbol prácticamente sólo queda André Marín, quien a pesar de todo mantiene un buen nivel como conductor de Los protagonistas y comentarista a nivel de cancha. Otros comentaristas destacados son David Medrano y Luis García. Ambos conocen mucho de este deporte y saben analizarlo a profundidad. Sin embargo, la estrella de TV Azteca es el mexico-argentino Christian Martinoli, a mi modo de ver el mejor narrador de partidos que hay en este país, no sólo por sus conocimientos y amenidad, sino por su picardía, inteligencia, agilidad mental, frescura y agudísimo sentido del humor. Martinoli evolucionó de un narrador bastante regular a un creador de su propio estilo, con frases recurrentes que se han vuelto memorables ("¿Qué-le-pasó-a-...?"; "Ah, no, bueno...!"; "¡Notable, sobresaliente!"; "Se volvió loco"; "Se le viene la noche"; "¡Agárrenlo que es ratero!", "¡Qué decimos gol: golazo!", etcétera), y que hace una gran mancuerna con el sarcástico y ya mencionado Luis García. Cuando ellos dos están en un partido, así sea el más malo, la diversión se encuentra garantizada. Otro que me parecía excelente era Barak Fever, con sus Contracrónicas, pero al parecer ya causó baja. De ahí en fuera, el resto de los narradores y comentaristas de TV Azteca están para llorar, incluidos Toño Rosique y el jovenazo al que le dicen el Yisus. Obviamente se extraña a David Faitelson y a José Ramón Fernández Jr., aunque menos mal que ya no está el narrador chileno que no se de dónde sacaron y era malísimo.

lunes, 16 de marzo de 2009

Ecos de la décima jornada


La crisis futbolística es como una estafeta o como una enfermedad contagiosa o como el juego de la roña. El caso es que en esta décima fecha, la crisis que cargaba el América se la pasó al Cruz Azul, al vencerlo rotundamente en su propia casa y reafirmar la jettatura que los de Coapa tienen desde hace años sobre los de La Noria. No pasó lo mismo sin embargo con otras dos jettaturas, porque el Universidad al fin venció al Atlante y el Atlas hizo lo propio con el Guadalajara. Otra cuestión notoria es el paso firme que lleva el Puebla y que ya lo tiene más cerca del liderato que del problema del descenso, algo que no pasa con el Necaxa, a pesar de su triunfo sobre el híper gris Morelia, o con los Tigres. El amor a la camiseta de los poblanos es cosa que no se ve en los otros implicados con el famoso cociente. En fin: el liderato general se empató, Toluca mantiene su buen juego, Santos crece, Monterrey es cada vez más contundente, Pachuca afloja un poco y el resto de los equipos esta vez no dieron nota.

El mejor partido: Santos-Toluca
El mejor gol: El de Néstor Calderón del Toluca
El peor encuentro: Tecos-Jaguares
Lo peor de la jornada: El miedo del Cruz Azul a la camiseta americanista

miércoles, 11 de marzo de 2009

Barcelona y Liverpool



Hoy día hay muchos equipos, demasiados, que privilegian el resultado sobre el espectáculo, el jugar a la defensiva sobre el hacerlo a la ofensiva, el cuidar los puntos a costa de lo que los brasileños llaman el jogo bonito. Dicen que el futbol no es un circo y que no están obligados a gustar a los ojos de quienes a final de cuentas les pagan: los aficionados, los espectadores. Crasa estupidez que en México despliegan técnicos y equipos de la manera más impune. Porque cuando uno ve a cuadros como el Barcelona de Pep Guardiola o el Liverpool de Rafael Benítez (ambos técnicos españoles, por cierto), tiene que rendirse ante la evidencia de que si algo es posible es el conjugar el buen jugar con el jugar bonito, con el proporcionar espectáculo. En la actual Champions League, Barcelona golea cinco a uno al Olimpique de Lyon y Liverpool arrasa con un cuatro a cero nada menos que al Real Madrid. Los dos lo hacen con descaro, con agresividad, con talento, con un despliegue de armonía en todas sus líneas, pero siempre privilegiando a la delantera y a las ganas de anotar, de crear múltiples situaciones de gol y meter todos los tantos que les sea posible. Hay grandes equipos en el mundo, como el Inter de Milán, como el Bayern de Munich, como el Manchester United de Inglaterra, como el propio Real Madrid de España. Sin embargo, ninguno como el Barça y el Liverpool, escuadras que entienden que el futbol es antes que nada un juego y que los juegos son para provocar placer y gozo. Nada más... y nada menos.

lunes, 9 de marzo de 2009

Ecos de la novena jornada


El nivel de calidad subió apenas un poco, pero hubo mucha tela de donde cortar. Pachuca, Toluca, Puebla y Monterrey mantienen su buen ritmo, sobre todo los Diablos Rojos que siguen invictos (aunque van en segundo lugar en la tabla general) y los de la Franja, quienes han mostrado un pundonor a toda prueba (¿Chelís a la selección nacional?). Los Pumas mejoran poco a poco y alcanzaron ya el primer lugar de su mediocre grupo (¿el de la muerte o el de los muertos... de vergüenza?). Pero la nota la dan los tres equipos del monopolio televisivo. América, Necaxa y San Luis perdieron sus respectivos encuentros. Ninguno de los tres juega a algo (tal vez los Tuneros -eso de Gladiadores es una jalada- sean los menos malos). Pero Necaxa da pena por su tibieza y el América... Por Dios, el América. ¿Podrá alcanzar mayores honduras? No parece haber remedio para un cuadro tan desalmado (es decir, tan falto de alma) y tan mediocre, tan escaso de espíritu, tan gris e insustancial. Lo peor para la escuadra de Coapa es que en el siguiente torneo su cociente lo va a poner entre los tres equipos con mayores posibilidades de descender. Increíble pero cierto (aunque no dudemos que si eso sucede, los federativos se darán a la tarea de eliminar la famosa tabla de porcentajes -que no es tal). En fin, desde un punto de vista morboso, el campeonato está la mar de interesante. Lo futbolístico... dejémoslo a la Champions.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Señor árbitro*


En la insuperable fauna del estadio existimos columnistas infumables, directivos diabólicos, federativos satánicos, futbolistas ruines, aficionados malvados, analistas fastidiosos, comentaristas sátrapas y dueños canallas. Aun así, lo culpamos de todos nuestros males porque en el fondo, le tenemos miedo a la oscuridad:

–Un error suyo puede salir carísimo y, sin embargo, es el peor pagado del futbol.
–Vive de las tarjetas, aunque nadie le otorgue crédito.
–Llega solo al estadio, pero generalmente sale escoltado.
–Es el que más corre detrás de la pelota y nadie agradece su esfuerzo.
–Hablan de su cuenta bancaria, pero nunca he visto alguno manejando un Lamborghini.
–Nadie compra sus camisetas, aunque se diga que están a la venta.
–Si pierde la calma, pierde el partido; y si gana el partido, perdió la cabeza.
–Nunca grita gol, aunque sea el más cercano a la jugada.
–Es un pagano dentro de la cancha, pero el que más vocación tiene.
–Era el más malo de la cascarita.
–Tienen todo el poder y al mismo tiempo, ningún poder de convocatoria.
–Duerme mejor un día antes del partido, que el día después.
–Son los primeros en llegar al campo y los últimos en irse.
–Nadie le aplaude una gran jugada.
–Cuando sale en la portada, es para llamarlo bandido.
–No tiene hotel de concentración, pero es el más concentrado.
–Su condición física es envidiable, pero sus condiciones de trabajo no son ideales.
–Es el héroe de su casa, pero el más buscado del vecindario.
–La televisión lo desnuda, pero nadie se atreve a vestir como él.
–El único niño que sigue su ejemplo, por lo general es sobrino suyo.
–Todo mundo cuestiona sus jugadas, aunque el delantero se coma tres goles.
–Le pedimos sentido común, cuando lo perdió completamente al querer ser árbitro.

*Me tomé la libertad de reproducir este artículo que José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo publica el día de hoy en su excelente columna "Cartas oceánicas" del diario La Afición. Es una joya que merece ser leída.

lunes, 2 de marzo de 2009

Ecos de la octava jornada


El futbol sigue ausente y sólo aparece en uno o dos partidos y eso de manera intermitente (bueno, en el Monterrey-Toluca el espectáculo y las emociones sí fueron una constante y hay que agradecérselo a ambos equipos, mientras que el segundo tiempo de las Chivas en la goleada al Pachuca (¡cinco a cero!) también fue algo bueno). Pumas volvió a ganar, aunque en forma poco convincente; Cruz Azul es una calamidad y el Atlante lo puso en evidencia; mientras que el América..., ay, el América..., es una catástrofe, un equipo sin pies o cabeza. En la parte baja, donde se pelea por evitar el descenso, casi nada se movió, ya que salvo la Universidad de Nuevo León que perdió, el resto de los involucrados empató sus juegos. No fue una fecha para el olvido porque hubo grandes goles, como el segundo del San Luis -ese chavo Víctor Hugo Lojero (foto) es muy bueno-, pero urge que los equipos se comprometan más. Por lo pronto, ya reapareció Omar Arellano con el Guadalajara -para hacer dos goles- y ya viene su tocayo Bravo a los Tigres que con José Pekerman deberán rendir más.

jueves, 26 de febrero de 2009

¿Michel o Míchel?


Desde que llegó a la portería del Guadalajara, su nombre empezó a ser conocido y los comentaristas y narradores de radio y televisión comenzaron a pronunciarlo con profusión. No era para menos. Se trataba del hombre que sustituiría en el arco de las Chivas al mismísimo Oswaldo (o San Oswaldo, según los ñoños) Sánchez. Luis Ernesto Michel llegó para quedarse, gracias a su calidad, su serenidad, su prestancia, su discreta elegancia bajo los palos. Hasta ahí todo muy bien. Pero he aquí que la mayoría de los lorocutores en los medios, agringados como son, dieron por pronunciar mal el apellido del cancerbero tapatío y acentuaron el apellido Michel (de origen francés y de pronunciación aguda) en la primera sílaba, como si fuese una palabra grave. Míchel le dijeron y le siguen diciendo muchos. Tal vez se deba también al recuerdo de aquel jugador del Real Madrid que fuera compañero de Hugo Sánchez y de Emilio Butragueño, el famoso Miguel González, alias Míchel. El problema es que Luis Ernesto se apellida Michel (el acento tácito recae en la letra e), como los miles de Michel que viven en el estado de Jalisco y en otras regiones de la república. Lo sabré yo que llevo ese apellido desde el lado materno (mi madre de hecho es jalisciense). Aunque su estilo no me resulte del todo simpático, debo decir que entre los pocos que siempre han pronunciado bien el apellido está Enrique El Perro Bermúdez y por ahí algún otro. Pero desde Rafael Puente hasta André Marín y muchos más siguen duro y dale con el maldito Míchel a la gringa. Cosas de la incultura idiomática.

lunes, 23 de febrero de 2009

Ecos de la jornada doble


La semana pasada se llevó a cabo lo que suele llamarse una jornada doble en el futbol mexicano y aunque los buenos partidos se cuentan con los dedos de una mano (y no con todos), dio bastante de qué hablar. De la fecha seis, la de media semana, no hay mucho que decir, salvo que cayeron un par de grandes goles y cayó también un director técnico, Luis Fernando Tena, del Morelia (equipo al que los cursis de TV Azteca llaman "La monarquía", ¡aghhhhh!). Ya este fin de semana las cosas mejoraron un poquito en lo futbolístico, con partidos de cierta emoción como el Tigres-América o el Necaxa-Cruz Azul. Sobre el primero, hay que decir que los de Coapa al fin jugaron a algo y que la mano de Jesús Ramírez ya se empieza a notar un poco, mientras que por el lado de los regiomontanos, el desastre es tal que ya le costó el puesto a su entrenador, Manuel Lapuente, quien la verdad se notaba poco interesado en seguir ahí y ahora tendrá tiempo de sobra para practicar su deporte favorito: el golf. Del segundo encuentro, hay que hacer notar la mejoría de los cementeros (¿habrán encontrado en Landín y Ovelar al fin a su pareja ofensiva?) y la triste participación de un Necaxa lleno de figuras y que juega a maldita la cosa. Algo grave pasa en el interior de los rojiblancos y de no detectarse a tiempo, van derechito a la Primera A, sobre todo porque el "desahuciado" Puebla está jugando bien y con una garra muy a la Chelís. Ojalá esa garra la tuvieran los Pumas, quienes tras la derrota con el Atlas de La Volpe (vaya par de golazos de los rojinegros), ya están en el último lugar de su grupo. ¿Llegó la hora del Tuca Ferreti?

PD: Lo bueno es que mañana empiezan los octavos de final de la Copa de Campeones de Europa. ¿Qué tal entre otros el Inter de Milán contra Manchester United y el Olympique de Lyon contra Barcelona y el miércoles el Real Madrid contra Liverpool y el Chelsea contra la Juventus ? Puros bocados de alta cocina internacional.

miércoles, 18 de febrero de 2009

¿Irá México al Mundial?


Curioso me sigue pareciendo que la gran mayoría de la gente involucrada con el futbol mexicano (desde directivos hasta jugadores, desde entrenadores hasta comentaristas, desde periodistas hasta aficionados) insista en que a pesar de la mala situación del seleccionado nacional y de su pésimo desempeño, éste "sin duda" calificará al Campeonato del Mundo de Sudáfrica. ¿De dónde surge tal convición? No lo sé. Parece más un acto de fe que una postura que provenga de un análisis ni siquiera exhaustivo de la situación por la que pasa el equipo tricolor. La frase "estoy convencido de que a pesar de todo la selección ira al Mundial" se la he escuchado incluso a gente tan crítica como José Ramón Fernández (quien extrañamente se empeña en defender al indefendible Sven-Göran Eriksson), Carlos Albert, Rafael Puente, Ciro Procuna o Héctor Huerta. Eso para no hablar de los comentaristas de Televisa y TV Azteca. Por eso no deja de sorprender que un directivo, así sea de oposición a la actual dirigencia de la Federación Mexicana de Futbol, como José Antonio García, del Atlante, declare que México si acaso pasará como tercer lugar del grupo eliminatorio de la Concacaf o quedaré en cuarto y tendrá que pelear contra un equipo de Sudamérica el boleto al torneo de 2010. Yo ni siquiera apostaría a ello, en especial si las cosas continúan como todo indica que van a continuar, luego de que hoy mismo Justino Compeán, el inefable presidente de la FMF, y Jorge Vergara, dueño de las Chivas, dieron en Guadalajara el espaldarazo para que Eriksson siga en su puesto. El panorama es tan oscuro como el de la economía o el de la seguridad. La selección mexicana no tiene con qué ganar en estos momentos, en sus casas, a equipos como Honduras, Costa Rica, El Salvador y Trinidad y Tobago y uno o dos de estos podrían sacarle un buen susto cuando visiten el Estadio Azteca. Urge cambiar al director técnico y urge también poner orden entre los jugadores vedettes que padecemos. De otro modo, tal vez vayamos al Mundial..., pero al de Brasil 2014 (y eso, quién sabe).

lunes, 16 de febrero de 2009

Ecos de la quinta jornada


Lo más notorio de esta fecha número cinco del campeonato de la primera división mexicana es que, cuando menos, siete de los nueve partidos estuvieron para el bostezo. Salvo el Pachuca contra Universidad (en el cual cayeron los Pumas en una jugada a balón parado, luego de una falta por demás tonta de Efraín Velarde) y el Monterrey contra Cruz Azul (debo aceptar que Víctor Manuel Vucetich está haciendo una magnífica labor al frente de los rayados), el resto de los encuentros resultó un homenaje al aburrimiento y una franca loa al tedio y el desgano. En México se juega cada vez con mayor lentitud y con menos ideas. Comparar a nuestro futbol actual con el que se practica en otras partes del planeta, como ya lo dije aquí días atrás, es un ejercicio masoquista.
La expectación y el morbo que se habían desatado por ver a Jesús Ramírez como nuevo director técnico del América se quedó en nada, en un horrible empate a cero goles con los Jaguares de Chiapas. La supuesta consigna arbitral contra el Puebla se tornó en consigna contra el Necaxa, al que los réferis acuchillaron de fea manera al anularle un gol legítimo y no marcarle un penal a favor. Fuera de eso, muy poco que resaltar y casi nada que comentar. Si el torneo no mejora y la selección continúa en el tobogán en el cual la ha metido la FMF, las cosas se van a poner muy pero muy feas.

sábado, 14 de febrero de 2009

Los dos Rafa Márquez



Luego de verlo jugar en algunos partidos de la Champions League, además de su constante participación esta temporada en la liga española, me queda claro que existen dos Rafael Márquez: el que juega en el Barça y el que participa en la selección mexicana.
Sé que con esto no descubro el hilo negro, pero no deja de resultar desconcertante que el número 4 del equipo catalán sea tan diferente al número 4 del que los cursis y los panegiristas llaman, con negrísimo humor involuntario, el equipo de todos.
Con los blaugranas de Pep Guardiola, Rafa Márquez es un defensa central impecable, un último hombre que pocas veces falla, un líder del cuadro bajo que no sólo corta el juego del rival sino que sabe trazar largos y exactos pases y además se da el lujo de aparecer por sorpresa en el área contraria, para intentar remates que no pocas veces han redituado en anotaciones. Todo esto para no hablar de su magnífico toque en los tiros libres, algo que por desgracia practica poco en el Barcelona actual.
En cambio, con el seleccionado tricolor aparece un Márquez bastante distinto. No que juegue mal, pero sí es evidente que su rendimiento baja de manera considerable. Aunque se trata del capitán del cuadro nacional y se supone que también es su líder, esto no siempre resulta claro. Con el seleccionado verde comete más errores, más faltas, suele desubicarse y sus incursiones a la ofensiva en muchas ocasiones terminan en remates deficientes. Todo eso para no hablar de la manera desquiciada (¿o calculada?) en que se hace expulsar, como en el reciente partido contra la selección de los Estados Unidos.
¿Por qué presenta esta actitud bipolar y casi esquizoide? Es fácil culparlo y decir que con la escuadra tricolor no se entrega lo suficiente, porque quiere cuidar su físico (ya que tan dado es a las lesiones) y no comprometer su titularidad con el Barça. Podría ser. Después de todo, es éste el equipo que paga su sueldo.
Algo habría que hacer para que Rafa Márquez sea el mismo en ambos conjuntos, el catalán y el mexicano. Aunque no creo que la idea de que la playera de la selección se convierta en azulgrana en lugar de verde sea la solución al problema.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Crónica de una derrota anunciada


Sólo los ilusos estaban ilusionados. En el fondo, la gran mayoría de los mexicanos sabíamos que la selección nacional volvería a perder en Columbus, Ohio (¿será la venganza yanqui por la invasión de Pancho Villa a Columbus, Nuevo México, en 1916?).
Dos goles a cero, el mismo marcador que el equipo estadounidense le había endilgado al nuestro hace cuatro y hace ocho años. No hubo algo nuevo bajo el sol (o, para mejor decirlo, bajo la lobuna y helada luna llena de esta noche invernal -e infernal- de febrero). En 2001, se jugó a nada. En 2005, se jugó a nada. Hoy, se jugó a nada. Cosas de la idiosincracia y de la historia. Que si Nery Castillo no se hubiera lastimado. Que si Andrés Guardado no hubiese estado lastimado o Gerardo Torrado castigado. Que si el árbitro hubiera marcado el claro penal contra Giovanni dos Santos. Que si Rafael Márquez no se hubiera hecho expulsar. Que si el Jagger Martínez hubiera estorbado a Landon Donovan en el primer gol (cuando agonizaba el primer tiempo) o si Osvaldo Sánchez no se hubiera tragado el segundo (cuando agonizaba el partido). Que si Michael Bradley no hubiese estado tan atinado en ambas anotaciones. Que si Sven-Goran Eriksson no hubiera descompuesto su propio esquema al cambiar a Martínez por Castillo en lugar de meter a otro delantero como Omar Bravo o el Guille Franco (quien viajó dieciocho horas para quedarse sentadito en la banca). En fin. Puede haber mil explicaciones, mil circunstancias, mil justificaciones, un millón de imponderables. Al final, vuelve a quedar el sentimiento de frustración e impotencia por lo mal que se juega, si es que se juega. Los comentaristas de la tele dicen estar seguros de que de todos modos México calificará a la Copa del Mundo. Yo no me atrevo a asegurarlo.

martes, 10 de febrero de 2009

lunes, 9 de febrero de 2009

Ecos de la cuarta jornada


La cuarta fecha del llamado Torneo de Clausura del futbol mexicano de primera división concluyó en medio de la polémica, las sospechas, el morbo, la mediocridad y las escasas emociones. La polémica y las sospechas por el caso Puebla, equipo cuya directiva (por la que yo no pondría las manos al fuego, debo decirlo) tuvo el "atrevimiento" de exigir justicia a la Federación Mexicana de Futbol en el caso de la presuntamente ilegal alineación del jugador ecuatoriano Christian Benítez, en el partido de la jornada tres que enfrentó a los de la franja con el equipo Santos de la comarca lagunera. Semejante situación provocó que, curiosamente, el novatísimo (y malísimo) silbante que la Comisión de Arbitraje designó (dizque mediante un ordenador, ajá) para el encuentro Puebla-Toluca nada más le anulara, de la manera más dudosa según se ve en las repeticiones televisivas, dos goles a los poblanos. O sea, les arrebataron cuando menos un punto que sumado a los dos que hubieran obtenido de ganar en la mesa el juego contra Santos, les habrían sido de suma utilidad en la lucha contra el descenso, en la cual está metido -¡oh casualidad!-, entre otros, el Necaxa de Televisa. En fin, cosas muy raras -por decir lo menos- que suceden en una federación falta de transparencia.
Por otra parte, está el morboso interés que había despertado Ramón Ángel Díaz, director técnico del América, con su promesa de que si en las primeras cuatro fechas del campeonato sus Aguilas no mostraban un juego espectacular, efectivo y ganador, renunciaría sin dilaciones. Pues he aquí que luego del terrible baile que el Pachuca le dio ayer domingo, el América acumuló cuatro puntos de doce posibles y mostró que no tiene idea de a qué demonios juega. ¿Qué pasará con el pedante Pelado en los próximos días (o en las próximas horas)? El morbo continúa.
Ya en lo estrictamente futbolístico, vimos nueve partidos más bien malones (el pretexto: la falta de seleccionados en algunos de los equipos), con un triste nivel de juego (y si se le compara con lo que se ve en ligas como la inglesa, la italiana, la alemana, la holandesa, la española o la argentina, más que triste el nivel resulta patético). Salvo Pachuca, Jaguares y por ahí Morelia, Monterrey y Chivas que mantienen un nivel aceptable, el resto de los conjuntos sólo dio tristeza y mucho, pero mucho, aburrimiento.
Veremos qué nos depara la quinta jornada, aunque...

jueves, 5 de febrero de 2009

El pachucazo


Lo sucedido anoche en el estadio Hidalgo, durante el encuentro entre el Pachuca y la Universidad de Chile, resulta muy sintomático de lo que acontece hoy día con el futbol nacional. Se jugaba el pase a la fase de grupos de la Copa Libertadores y Pachuca traía una desventaja de un gol a cero, fruto del partido jugado ocho días antes en la ciudad de Santiago. Se suponía que una anotación no representaría mayor problema para un equipo bien armado, bien preparado y bien entrenado como presuntamente es el de los Tuzos. Por si fuera poco, apenas al minuto siete un jugador chileno se hizo expulsar de la manera más idiota e instantes más tarde, uno de sus compañeros cometió un penal igualmente tonto. La ejecución fue impecable. Gerardo Rodríguez cruzó su disparo de zurda con la potencia suficiente para vencer la estirada del arquero rival. Todo parecía listo para que Pachuca consiguiera una victoria holgada y clasificara sin problemas a la Libertadores y sin embargo...
Los mexicanos dominaron todo el primer tiempo y se dieron gusto al fallar goles hechos al por mayor. Se notaba una gran displicencia. Era como si los pachuqueños estuvieran seguros de que en cualquier momento caerían los tantos por racimos. No fue así. Las fallas frente al arco se multiplicaron y el juego por las bandas, sobre todo del lado izquierdo, resultó infructuoso. José María Cardenas (al más puro estilo del Gringo Castro) se cansó de llegar por la izquierda, pero a la hora de centrar, todos sus pases eran débiles, inexactos, fallidos. Llegó el segundo tiempo. Ahora sí sobrevendría el vendaval que aplastaría a los universitarios. ¿Sí? Pues no. Los chilenos anotaron en tiro de castigo que se tragaron la barrera del Pachuca y su arquero Miguel Calero y con ello obligaron a los de casa a hacer dos goles, si es que querían calificar. Hubo cambios en los locales. Entre otros, ingresó Christian Giménez -quien venía de una lesión-, pero el Chaco no podía hacer todo. El equipo se dedicó entonces a lanzar centros al área (o a la olla, como se decía antes), sin ton ni son, que la defensa de la Universidad de Chile despejaba tranquilamente. Nada de paredes, nada de intentar otro tipo de jugadas. Puros centritos zonzos y nada más (por cierto, qué mal delantero es Blas Pérez). La impotencia de los de Enrique Meza era más que evidente ante los de Sergio Markarián y aun cuando Damián Álvarez (¿por qué le dicen La Chilindrina?) anotó un gol de churro, no se veía que existiera un real peligro para los chilenos. Al final, un dos a uno para los de azul y blanco que no fue suficiente, debido al gol de visitante de la U. Pachuca quedó fuera de la Libertadores, en un partido para la vergüenza que mostró todas las taras del futbol mexicano.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Aguirre


El despido de Javier Aguirre como director técnico del Atlético de Madrid parece tener más aristas de las que se ven en primera instancia. Discreto, elegante, lleno de clase y dignidad, el Vasco se despidió del club sin aspavientos, sin estridencias, a sabiendas de que quien más pierde con su partida no es él, sino el propio equipo español. Porque no fueron los malos resultados recientes los que echaron a Aguirre al momentáneo desempleo. Esa es la versión oficial, la que se dio a los medios, pero ahí hay un fondo mucho más profundo. Antes de los cinco o seis juegos seguidos que perdió el Atleti en enero de este año, la escuadra tuvo más de quince partidos en los cuales permaneció invicto. Estaba en el tercer lugar de la Liga y en la Champions había sobrepasado la etapa eliminatoria con excelentes resultados. ¿Cómo fue posible un cambio tan dramático y radical de la noche a la mañana?
Sin querer caer en sospechosismos o teorías del complot, hay indicios de que en el vestidor y en la oficina del presidente del cuadro rojiblanco, el siniestro Enrique Cerezo, se fraguó este flagrante golpe de estado y que ello sucedió no durante la mala racha, sino cuando el Atlético mejor jugaba y los éxitos de Javier Aguirre eran mayores. Aunque suene a telenovela barata, a Cerezo jamás le agradó que el mexicano fuera amigo íntimo del dueño del equipo, Gil Marín, y sentía una creciente animadversión contra Javier. Por otro lado, desde que Sergio Kun Agüero se convirtió en yerno de Diego Armando Maradona y en su jugador consentido, el famoso Pelusa empezó a meter su cuchara en la política interna del club e influyó para que Agüero le volteara la espalda a Aguirre y hasta lo criticara públicamente ("No jugamos a nada", dijo hace apenas unos días). El vestidor se dividió y varios jugadores se aliaron al Kun, sobre todo el portugués Maniche (quien no tragaba al Vasco), el griego Seitaridis, el uruguayo Diego Forlán y el argentino Maxi López. A esta pequeña mafia manejada por Maradona, Enrique Cerezo le prometió que "para mayo próximo y sea cual sea la situación del equipo, Aguirre se irá". No fue necesario esperar tanto. Como todos sabemos, hace un par de días el director técnico fue cesado.
Con una trayectoria excelente, Javier Aguirre no tiene que preocuparse por su futuro mediato o inmediato. Él quiere seguir en España o emigrar a Inglaterra -para dirigir en la Premier League- y tiene todo para lograrlo, pues sus resultados y su seriedad lo avalan. Hay muchas posibilidades también de que se haga cargo de la selección mexicana, si Sven Goran Eriksson sigue entregando resultados tan pobres. En ese sentido, el próximo miércoles 11 de febrero será clave: si México es derrotado de fea manera por el seleccionado de los Estados Unidos (cosa por desgracia nada difícil), el técnico sueco podría irse a su añorada Europa y el Vasco Aguirre podría tomar las riendas del equipo tricolor. Falta muy poco para saber lo que pasará.

martes, 3 de febrero de 2009

La lista de Sven


No son todos los que están y no están todos los que son, pero parece suficiente... o lo parecería en una situación distinta. Faltan Gerardo Torrado y Carlos Vela (por suspensión), Andrés Guardado y Johnny Magallón (por lesión) y Braulio Luna (por aparente veto del presidente de la Federación Mexicana de Futbol, el inefable Justino Compeán, quien ya antes había boicoteado también a Luis Pérez). No sé de cierto si sobra alguno, aunque hay jugadores como Alberto Medina, Guillermo Franco y el propio Giovanni Dos Santos que no han acabado de rendir lo que se espera de ellos con la camiseta verde. Pero ahí están ya, los veinticuatro convocados por el técnico Sven Goran Eriksson para enfrentar en Columbus, Ohio, al temido seleccionado de los Estados Unidos. ¿Podrán con el paquete? Existe un sentimiento generalizado de que no lo harán, una sensación extendida de que sacar el empate sería estupendo y perder por la mínima diferencia resultaría al menos digno. ¿Ganar? Bueno, eso ya vendría a ser glorioso. A ese punto hemos llegado en nuestros enfrentamientos futbolísticos con los estadounidenses. Yo pienso que en una de esas los tricolores se inspiran y cierran las bocas de quienes no creen en ellos. Pero, la verdad, dudo que ello acontezca.
¿Cuál podría ser la alineación titular? La mía sería con Osvaldo Sánchez en la portería. Ricardo Osorio (que no me gusta mucho, mas por el momento no hay otro), Rafael Márquez, Aarón Galindo y Carlos Salcido en defensa. Pavel Pardo y Leandro Augusto en la contención. Sinha como creativo por derecha y Nery Castillo y Matías Vuoso adelante. No sé quién podrá ocupar el sector medio por izquierda, ese que es propiedad absoluta de Guardado y donde Braulio Luna o en su caso Ramón Morales -a quien tampoco convocaron- habrían quedado como anillo al dedo. ¿Luis Pérez? Es más derecho. ¿Giovanni? No anda en su mejor momento. ¿El Jagger Martínez? Humm. ¿Alberto Medina? Uf, qué difícil. Como cambios, yo pondría a Carlos Ochoa, el propio Giovanni y Omar Bravo.
Lo que sí no dejaría de llevar es una imagen de la Virgen de Guadalupe.

domingo, 1 de febrero de 2009

¿Por qué escribir de futbol?


La respuesta principal es muy simple: porque el futbol me apasiona, me fascina, me encanta desde niño. Pero hay otras respuestas: porque en el mundo del balompié veo un reflejo de la vida, porque del futbol se pueden desprender arte, filosofía, literatura, política, sociología, antropología, historia, economía, cine, periodismo, música, sexo, cuestiones cotidianas, etcétera. Porque cada partido de este deporte, hasta el más malo y aburrido, es como una obra de teatro perfectamente estructurada, con su inicio, su desarrollo y su final, con comedia y drama (en realidad es una especie de melodrama), con los más diversos personajes, sean serios o bufos. Porque es el deporte más popular del planeta y en el mismo conviven los héroes y los villanos, las tristezas y las alegrías, la pasión y la razón, la inteligencia y la visceralidad, el sonido y la furia. Porque es una actividad que produce genios y artistas, al igual que bestias y plebeyos. Porque mi padre me lo dio a conocer y lo he seguido desde mi más temprana infancia, sin haberlo dejado un solo momento. Porque de niño y adolescente jugué futbol en la calle, en los parques, en algunas canchas -de tierra las unas, de pasto las otras- y, como muchos, alguna vez soñé con ser un jugador profesional. Porque sé lo que es meter un gol y gritarlo como un maldito enajenado. Porque sé que eso, meter un gol, es una satisfacción comparable con el mejor de los orgasmos. Porque siempre he querido escribir de fut y no he logrado aún que algún medio de comunicación me abra las puertas para hacerlo. Así que he optado por inaugurar mi propio espacio futbolero. Bienvenidos a este Futbol bizantino.